La tranquilidad que se percibe en el hogar fue irrumpida por la policía de la ciudad de Homestead, donde reside la familia, y los agentes del Servicio de Inmigración (ICE) la madrugada del 27 de marzo de 2008. Ha pasado más de un año desde entonces, pero las consecuencias siguen latentes en la vida de esta familia.
Una casa rodeada por un batallón de oficiales armados, varias patrullas policiacas y ninguna orden de arresto, ni de cateo fue todo lo que necesitaron para ingresar en la casa y llevarse arrestado a Villalta, quien no prestó resistencia y quien por casi 20 años ha contribuido a la economía de Estados Unidos.
Villalta denuncia la forma en la que las autoridades entraron en su hogar.
Lamentablemente, esta situación no es aislada. Pues además de las redadas, los arrestos en los hogares son una de las formas en las que las autoridades están encontrando a los inmigrantes indocumentados. Como si el arresto no fuera suficiente las autoridades empeoran el momento, pues su trato para con algunas personas no es el más adecuado. Estos no reparan ni siquiera ante la presencia de niños y jóvenes.
Los menores de la casa, Kenvelin y Jonathan, de 12 y 5 años respectivamente, estuvieron presentes durante el arresto, luego de que fueran despertados por el escándalo formado por las autoridades. Jonathan, quien entonces tenía cuatro años le preguntaba a los oficiales por qué le ponían esposas a su papá. Las autoridades respondían “lo vamos a llevar al doctor”. Pero el niño no creía en esta respuesta y les cuestionaba por qué si iban al doctor usaban “eso”, en referencia a las esposas.
“Esos vinieron peor que animales. Ellos vinieron con sus groserías, a insultarme, a insultarlo a él (a Villalta). A hacer desorden… a eso fue que vinieron. Me dijeron que por qué yo les estaba contestando, que si yo no me callaba me iban a quitar a mis hijos y me iban a deportar con él a El Salvador”, dijo Portillo. Lo que desconocían las autoridades o que conocían, pero no les importó es que a Portillo no la podían arrestar porque ella está legalmente en Estados Unidos, razón por la cual tampoco podían quitarle a sus hijos, quienes son ciudadanos norteamericanos.
Villalta fue detenido por 53 días. Según él, compartió celdas con personas que estaban encarceladas por diversos delitos. Estuvo en distintas cárceles, incluyendo federales y privado de los medicamentos y la atención médica que requiere debido a la diabetes y presión alta que padece.
Luego de 14 meses en los tribunales, Villalta con la ayuda de su esposa y Nora Sandigo, defensora de los derechos de los niños, ciudadanos norteamericanos e hijos de inmigrantes indocumentados, consiguió un Estatus de Protección Temporal (TPS) que le permitirá trabajar.
“Desde que vine agarré un permiso de asilo político, he pagado taxes, tengo seguro social, como todo ciudadano americano. Entonces lo que viene de ahora en adelante es una lucha en la cual no es fácil, porque tengo unas deudas todavía, a través de éste proceso que ha sido un proceso muy caro. Estoy esperando que me llegue la tarjeta del permiso para poder ir a trabajar y continuar luchando como lo he hecho todo éste tiempo para que mis hijos y mi señora tengan una vida como la que hemos tenido durante estos años”, dijo Villalta.
La familia Villalta perdió su casa, su camioneta, y muchas de las cosas por las que durante casi dos décadas trabajaron. El servicio eléctrico lo obtuvieron luego de 10 meses sin éste, gracias a una fuente anónima que pagó la deuda de más de mil dólares que debían a la Compañía Florida Power & Light. Actualmente Portillo labora en un vivero para sostener el hogar.
Eventualmente podrán recuperarse del golpe económico que le causó el arresto del padre de familia, quien llevaba el sustento al hogar. Pero, será imposible que borren de la mente de sus hijos el impacto que les causó ver como esposaban y se llevaban arrestado a su papá como si fuera un delincuente.
La experiencia vivida por la familia Villalta los llevó a convertirse en activistas defensores de los inmigrantes indocumentados. Son la voz de muchos que no saben cómo defenderse. Incluso, la hija adolescente de la familia ha aparecido en los medios de comunicación en representación de los niños, que como ella, han sufrido las consecuencias de los arrestos y las deportaciones.
Escucha lo que Kenvelin le diría al Presidente Barack Obama
La experiencia vivida por la familia Villalta los llevó a convertirse en activistas defensores de los inmigrantes indocumentados. Son la voz de muchos que no saben cómo defenderse. Incluso, la hija adolescente de la familia ha aparecido en los medios de comunicación en representación de los niños, que como ella, han sufrido las consecuencias de los arrestos y las deportaciones.
Escucha lo que Kenvelin le diría al Presidente Barack Obama
No hay comentarios:
Publicar un comentario