Deportaciones de inmigrantes indocumentados están dejando a miles de niños sin el cuidado y la protección de sus progenitores. Estos niños, ciudadanos norteamericanos, se están quedando prácticamente huérfanos. Ellos están pagando las consecuencias de una decisión que tomaron sus padres. Hoy, esperan porque el gobierno les ofrezca lo que les quitaron al separarlos de sus padres o les permitan reunirse con ellos en Estados Unidos, la nación que los vio nacer.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Una acta que alberga sueños
El DREAM Act es posiblemente el proyecto con el nombre más representativo. El Acta de Fomento para el Progreso, Alivio y Educación para Menores Extranjeros (DREAM Act, por sus siglas en inglés) tiene el propósito de que los estudiantes indocumentados que terminan la secundaria, o escuela superior, puedan obtener un grado universitario.
Muchos de estos jóvenes llegaron por la vía legal a la nación donde reside el sueño americano, pero la vigencia de sus documentos expiró. Los que han logrado entrar a la universidad pagan hasta tres veces más que un estudiante residente por la misma carrera; para ellos la ayuda financiera es casi inexistente y la presión de que pueden ser deportados en cualquier momento es interminable. Llevarse el sueño acuesta a un país que posiblemente no conocen, a hablar un idioma que no dominan y abandonar lo que toda su vida han visto como un hogar es lo que intenta revocar el DREAM Act. De este proyecto ser aprobado simplificaría la vida de los estudiantes y le daría vida al sueño de obtener una carrera universitaria que les permitiría ser candidatos a obtener buenos empleos, y gozar así de una mejor calidad de vida.
Si el Congreso decide aprobar el proyecto los universitarios podrían, entre otras cosas, solicitar ayuda financiera, pagar las mismas tarifas que el resto de los estudiantes residentes, visa de residencia temporal e incluso residencia legal definitiva. Eso sí, quienes gocen de estos privilegios deberán demostrar la alegría de que el acta fuera aprobada a través de buenas calificaciones y buen comportamiento social, de esto dependerá que puedan disfrutar de los beneficios que les ofrece este proyecto.
En Estados Unidos cientos de estudiantes aguardan porque el proyecto sea aprobado para correr a las aulas mientras que en otros países “corren” para intentar llevar los universitarios a las aulas. Irónicamente, a estos que se les están poniendo tantas trabas en su crecimiento como personas, estudiantes y futuros líderes serán posiblemente quienes mejor representen la Nación donde se encuban tantos sueños. Posiblemente sean quienes echen a andar los sueños de quienes ahora los tienen estancados aún con las posiciones profesionales para materializarlos.
El mejor “termómetro” lo tendremos si apoyan la ley. Sólo faltará esperar seis años y ver lo que en ese período pueden lograr los que hoy batallan por ir a la universidad.
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